En un evento histórico para la iglesia católica, miles de seguidores dan ultimo adiós a Benedicto.
El Papa Francisco ha presidido desde la basílica de San Pedro del Vaticano las exequias por la muerte de su predecesor, Joseph Ratzinger, el primer papa que renunció al cargo en siete siglos y propició una insólita convivencia entre pontífices. La misa solemne, diseñada en las últimas horas por los maestros de ceremonia del Vaticano, apenas guarda diferencias con la de un papa reinante. Solo algunos detalles, como el hecho de que el cuerpo no fuera con el palio al cuello, el ornamento que indica que el pontífice era reinante en el momento de su muerte.
Dentro del féretro, un ataúd de tres cajas (ciprés, roble y zinc), se introdujeron los palios utilizados y las monedas del pontificado: siete de oro, según el número de años, 10 de plata, por los meses, y nueve de bronce, indicando los días de su duración.
Varias personalidades como la reina emérita Sofía de España, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el presidente polaco Andrzej Duda, entre otros, se hicieron presentes en la ceremonia.
En la homilía, el papa Francisco destacó la labor del alemán Benedicto XVI al frente de la Iglesia desde 2005, en reemplazo de Juan Pablo II, hasta 2013 cuando presentó su renuncia, hecho histórico, no ocurrido en más de 600 años.
"Benedicto, fiel amigo del Esposo, que tu gozo sea perfecto al oír definitivamente y para siempre su voz", señaló el Papa.
Los últimos días de Benedicto XVI como cabeza de la iglesia católica, fue acosado por los escándalos de corrupción, los casos de pederastia y el robo de documentos personales, fueron particularmente dolorosos. Por eso, la mañana del 11 de febrero de 2013, ante un grupo de cardenales, comunicó su histórica decisión.
El funeral de Benedicto XVI culminó sobre las 11.40, cuando su féretro fue enterrado en la cripta papal de la basílica, con el llanto de ciento de seguidores que con pancartas pedían su inmediata canonización.
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